Bienvenidos al blog de La Mudanza, ¿con qué me quedo? y la app GUDTHINGS


El filólogo Angel Repáraz realiza un breve recorrido analítico por los contenidos y mensajes de La Mudanza ¿con qué me quedo?

Un jubiloso mensaje en una botella arrojada al mar

Ángel Repáraz

Madrid, 15 de mayo de 2019

El autor, profesionalmente formado en los Estados Unidos, se presenta en la solapa del libro como inventor. Pronto, ya en el poema de David Puebla que antecede al texto, caen las palabras imantadas que definirán el proyecto transformador que aquí defiende: sincero, valiente y honesto.


El estado de cosas inicial que describe el prólogo que dirige a las hijas -‘Por qué he escrito este libro’- es ya más concreto: “Vuestra madre y yo decidimos separarnos un domingo por la noche, en la terraza, mientras dormíais” (p. 9). ¿Un libro de privacidad familiar? En realidad ese punto de partida es meramente eso, campamento base para el ascenso a una teoría de los caminos a lo largo de los cuales podemos implementar una existencia ordenada, consciente, más libre y más sencilla. Sin que se olvide el lugar de que se partió, precisamente para dejarlo atrás: “[…] vuestra madre y yo habíamos estado trabajando toda nuestra juventud para ganar dinero y comprar todos aquellos objetos que ahora me alegraba no tener” (p. 9).

Intención del autor. Propósito del libro

La lista de los nombres que van siendo mencionados nos dan alguna orientación sobre el horizonte intencional del autor: Sócrates, Buda, Diógenes, Séneca y hasta J. Conrad trazan de algún modo un mapa de situación. “Nos compramos cosas para que nos ayuden a ser felices. Y, efectivamente, nos pueden ayudar. Nadie, ni Diógenes, consiguió vivir sin nada. […]. Inventamos y fabricamos objetos para que nos hagan la vida más fácil, más agradable o más divertida” (p. 14). Una milenaria tradición ascética, sin embargo, nos pone aquí en guardia: los objetos que poseemos, de algún modo, también pueden posesionarse de nosotros: “Y, al poseernos, nos convertimos en parte en sus esclavos” (p. 14). En otros tiempos se hablaba de estados de enajenación o alienación, pero tampoco importan tanto las denominaciones. De ese reconocimiento se parte, en cualquier caso, y al hilo de la narración central todo el libro emite indicaciones valiosas para una conducción responsable de sí frente a tales peligros, empezando, por cierto, por el principio: “Necesitaba [Laura] un proyecto, un objetivo, algo por lo que luchar. Podía hacer lo que quisiera y aun así no sabía qué hacer” (p. 79).

Seguramente lo que sigue es un buen concentrado del propósito del libro: “Para la medición de la FIB [Felicidad Interior Bruta, un indicador adaptado, al parecer, por el Gobierno de Bután, un país de tradiciones budistas, y por oposición a nuestro demasiado familiar PIB] se consideran nueve dimensiones: bienestar psicológico, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida, gobierno y uso del tiempo. Este libro trata del uso del tiempo, factor que sin duda afecta a todos los demás” (p. 15). Entre nosotros, Ortega y Gasset ha vuelto una vez y otra al imperativo de administrar honesta y certeramente el tiempo de nuestra vida, cuyas horas “están contadas”. Orteguiano en esto, Saura hace llamamientos al realismo, no siempre fácil de ejercer: “Sé realista, es el dato que te demostrará si te conoces bien y si eres sincero contigo mismo” (p. 130). Y bien, una organización de la vida de uno que no tiene en cuenta a los demás no es viable ni posible. En consecuencia, hay asimismo lugar para una necesaria atención ecologista, toda vez que, como con inquietador ejemplo nos avisa el autor, si se funde el hielo de los polos habremos alcanzado un punto de no retorno civilizatorio.

Un ensayo novelado con formato de diálogo

El ‘ensayo novelado’ es básicamente dialogado -una entrevista durante una travesía en el yate de la protagonista-, y su argumento lo proporciona el, digámoslo así, ideario que ahora profesa Laura Schwartz, una mujer que proviene de una familia acomodada y que puede exhibir un curriculum de auténtico mareo -summa cum laude en Ingeniería Aeroespacial del MIT, doctora en Antropología, máster en Matemáticas; y con el padre había visitado además instalaciones telescópicas en La Palma, Arizona y Hawai, ¡hasta había tocado la guitarra en una banda!-; además, es atractiva y separada. Así que Laura expone la larga historia personal que antecedió a su ‘conversión’. ¿Conversión a qué? Intentaré decir algo más sobre esto. Entre tanto avanza en su narración, que tiene algo de camino de Damasco: “… de mi extrema obsesión por el trabajo, por la agencia. De cómo me fui dejando atrapar en una tela de araña para darme cuenta de que estaba viviendo una vida que no era la mía. Me sentí muy frágil, sola, cuarenta años […]” (p. 78). Hasta que un buen día tropezó con el propio móvil: “Estaba harta de mirar la hora en mi móvil -prosiguió-. Lo tenía saturado de llamadas perdidas, mensajes sin leer y aplicaciones sin actualizar” (p. 36).

Limpiar los recuerdos

Es suficientemente evidente que en nuestra cultura, ahora ya sin duda alguna planetaria, (casi) todo se computa con dinero, (casi) todo está monetizado. Pues bien, aquí encontramos algunas propuestas de estrategia para la no tan modesta reversión cotidiana de algo de todo esto, comenzando por el establecimiento de criterios clasificatorios de ordenación y discriminación de la utilidad y el coste de los objetos que nos rodean. Lo que en absoluto implica por necesidad una visión utilitarista o material sin más: “Por tanto la ropa que vestimos, la decoración, la limpieza, los colores, la luz, el arte, la música, el silencio, las texturas, los materiales naturales, los productos artesanos y, en definitiva, todo lo bello, nos provee de tiempo de felicidad, a pesar de que esta no se puede cronometrar” (p. 91). Así visto, estamos ante un texto iniciático, el manifiesto de alguien con coraje para poner el contador a cero, y ello sin elevadas teorías ni grandes nombres -nada de gurús-: “Mi casa era, según los baremos actuales, la de un fracasado. Nada más lejos de la realidad. Los primeros días descubrí las ventajas de una instalación tan sencilla” (p. 9). Necesitamos reeducarnos en lo simple, es la idea; puede llamarse a esto, como lo hace el autor, una ‘filosofía minimalista’.
En la representación gráfica de un triángulo que incluye un cuadrado damos con la misteriosa palabra MOPA, que luego resulta un acrónimo que define “las cuatro obligaciones” con su entorno técnico-material para quien pretenda vivir distinto: “Mantener, Ordenar, Proteger y Aprender a usar” (p. 58). No es poco programa de conducta; lo esperanzador es que interiorizarlo resulta perfectamente hacedero con auxilio de un ‘método’ aquí llamado Gudthings: “Llega un momento en que, después de utilizar varias veces Gudthings, se hace de un modo automático. De hecho, con un mínimo entrenamiento se calcula mejor con el instinto que con las matemáticas porque hay variables que desconocemos, como el tiempo de pensamiento” (p. 63). Sócrates y todos los que vinieron después establecieron que condición de una vida plena es el conocimiento. De modo que no es de extrañar que aquí menudeen las advertencias y los avisos en esa dirección; así, retóricamente el relativo a un temor, muy central, que Laura superó: “¿Quedarme atrapada en mi pasado?” (p. 72). La vía regia de acceso a ese irrenunciable conocimiento, hay que insistir, es el combate resuelto y continuado contra la robotización de conductas que nos acaba imponiendo el consumo irreflexivo. “Sé muy bien que cuando se está en el agujero solo quedan dos opciones: subir hacia la luz o perderse en la oscuridad. Elegí lo primero. Pero antes debía limpiar esos recuerdos” (p. 79). Limpiar los recuerdos, es decir, impugnarlos y desactivarlos en tanto que parte del yo pasado que nos disgusta: un excelente comienzo.


GudthingsTu asistente para compras inteligentes

Descarga la APP gratuita para Android
Descarga la APP gratuita para Apple

Paginación: 142 páginasEncuadernación: rústica con solapasDimensiones: 14 x 22 cmISBN: 978-84-16994-37-3

Compra La Mudanza en KolimaCompra La Mudanza en Amazon

Versión Kindle


LOS LECTORES OPINAN

«El libro argumenta de forma novelada, como un ejemplo didáctico, lo que muchos pensábamos pero no habíamos llegado a estructurar y concretar con tanta definición: los objetos que poseemos nos pueden dar satisfacciones, pero nos exigen mucho a cambio».

José Antonio G.

Ver más opiniones